sábado, agosto 29, 2009

Too high to get over, too low to get under

La habitación es pequeña, húmeda y ostentosa. Pequeña por su función, húmeda por la lluvia de la región y ostentosa por todas las curiosidades con las que él viaja. Él está apunto de exponerse una vez más para toda esa multitud, no sabe cuánta es, pero por los gritos parecen miles, miles en agonía o felicidad, es difícil distinguir. Como siempre muchos lo acompañan, todos al rededor, todos haciendo favores, todos halagando, o trabajando, da igual, ahí están, abrazando sin acompañar, escuchando sin estorbar, faltan unos minutos antes del ritual y en ese momento pide a todos que se salgan, unos pocos minutos pues está muy consciente de la puntualidad, es muy profesional, lo único que necesita son unos segundos de paz frente al espejo de luces. Es un poco difícil verse al espejo, complicado reconocerse, la mano que se mueve es la que está pegada a lo que parece que es su brazo cubierto de lo que parece ser su chaqueta, la mirada refleja lo mismo que antes, a lo mejor más alegre, mucho más realizada, exitosa, sin tanto temor, sin tanta responsabilidad, ha cambiado considerablemente, eso es un hecho, posiblemente se explica por el envejecimiento, o las cicatrices del tiempo, o del bisturí, qué más da, el cambio le sienta bien: rimel, delineador, maquillaje, él había visto que podía hacer milagros en mujeres, pero en él... es extraño, aunque todos reconocen que no se ve mal, es extraño, bien, él lo sabe, porque todavía puede verse orgullosamente al espejo.
Esos minutos le sirven para rezar, rezar por lo que fue y por lo que será, ya quedaron atrás esos años en los que sufría en el trabajo, en los que recibía golpes y maltratos, en los que añoraba un poco de tiempo, respeto, infancia y consideración. En ese momento es feliz de que no comparte su camerino, sus fans, su staff, y que no tiene que aguantar al ruido, la fiesta, las envidias y las falsas promesas. Por fin tiene la libertad que tanto tiempo luchó y que nunca pudo enfrentar por miedo a traicionar a la familia. Se siente satisfecho de que hace unos pocos meses se compró una casa, más bien una mansión que podrá adornar con todos los lujos reales que siempre soñó, que podrá habilitar un parque de diversiones con zoológico y tren incluido, que se podrá convertir en el sueño hecho realidad de muchos niños y familias, se distrae con sus planes, pero luego recuerda que ahora está frente al espejo y reconoce que su rostro es a lo mejor para algunos triste, pero no hace mucho caso, en realidad para él es comprensible: es ya un adulto de 29 años que con una gran sensibilidad y talento ha forjado una personalidad dual de inocencia y ambición exitosamente creíble y adorable... por lo menos eso dicen.
Es justo el momento, tiene que subir al escenario y colocarse entre cuatro bailarines hermafroditas que parecen reinas de carnaval y del gimnasio, metaleros o punketos... el recinto está obscuro, pero pareciera que se ilumina por los gritos de la gente, más que por el humo, más que por los pequeños focos del pasillo, son sólo gritos brillantes que repiten su nombre, su nombre y no su apellido, gritos exclusivos y masivos que perdonan sus invenciones, que comen sus mentiras, que devoran cualquier historia relacionada a él, que admiran sus excentricidades, que adoptan sus movimientos, bailes, canciones, que lloran su distancia, miles de personas que gritan sólo para él y su voz y su ego, sin importar que se vea más blanco, más gay, más delgado, más falso, ahí están, sólo por él y para él. Se toma su tiempo, no se mueve, sólo se percibe un poco de temblor seguramente por los nervios, se toma tiempo entre el estruendo que llama la atención que hoy se escucha un poco diferente, seguramente es porque es más gente en el estadio, o porque tiene 9 años que no pisaba esa ciudad y sus seguidores ahora están más ansiosos... los músicos esperan, el público espera, el humo desaparece y ahora quieren que empiece algo, los bailarines reciben su señal y estalla una noche más de magia, de música real, de canto auténtico sin interrupción, de efectos nunca antes vistos, de luces, guitarristas, rock, pop, soul, energía que fluye entre metales, sudor, hebillas, coreografías, una noche histórica que no podrá ser grabada y mucho menos comercializada. Él no lo sabe, pero esa noche romperá un nuevo récord, su nombre aparecerá por tercera ocasión en el libro Guinnes por ser el tour más concurrido... hoy es una noche con su música, su gente, su casting, sus coreografías, sus órdenes, sus sueños, sus nuevos amigos blancos, su dinero y sus reglas, una noche cuyos recuerdos se derrumbarán con el estadio legendario y que será de las últimas económicamente redituables, no tan lejos están las peleas y críticas de sus propios bailarines, la necesidad de cambiar de estilo, de productor, de música, de ilusiones, aún lejos están sus años de aislamiento en su mansión, su próxima gira que aunque prometerá no volver a salir de tour se verá obligado a recorrer el mundo fingiendo que canta y luego cancelará por el suceso que le cambiará la vida para siempre y lo orillará a la peor de las adicciones... hoy acontece una noche de gritos y amor público que perderá, hoy disfruta del ruido que en un futuro lo olvidará, de las luces que lo juzgarán y de la magia que se apagará.
Pasarán 21 años para que regrese a esa ciudad, volverá con la moral y el físico destruido, en bancarrota, divorciado, humillado, sin la intención de verse al espejo, con las ilusiones de recuperar una vida, una carrera, una justificación... arrepentido de haber engañado, de haberse convencido de ser alguien diferente, alguien a quien se le perdonarían las cosas, arrepentido de haberse dejado llevar por tanto poder, por tanta adulación, resentido con su mundo que le dio la espalda, aferrado a sus únicas tres razones de existencia...volverá después de haber superado las entrevistas fatídicas, los años de exilio, el acoso de la prensa, las mentiras, los juicios, la cárcel, el olvido, los fallidos intentos millonarios de un regreso, las peores de sus traiciones. Volverá con la única madurez que se puede adquirir después de luchar para respirar desde la tierra cuando alguna vez lo hizo desde las nubes, con una madurez adquirida después de su segunda infancia, con una milésima cantidad de seguidores, con cicatrices, cirugías, incredulidad, deudas, promesas. Miles de morbosos asistirían a su regreso, millonarios, fieles, fanáticos, curiosos, nostálgicos.
Esa noche en Wembley los británicos no tienen idea que en 21 años su ahora rey, regresará sin corona, regresará sin regresar y sin poder reclamar recuperará su trono con increíble y triste facilidad.
Para nosotros los fans sólo nos queda añorar los años del rey, cuando su arrogancia era sólo visible por sus cercanos, cuando su fantasía pareciera cursi y tierna, cuando su voz no era gay, su aspecto era sexy, su baile no era sugerente, su excentricidad era moda y su talento gloria.
Pocos nos imaginamos que alguien con un pasado demasiado arriba para la cima derivara en un presente demasiado abajo para la tierra. Descansa en paz MJ



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