lunes, febrero 11, 2008

ahora me encuentro en un Vips

Preguntándome qué hago aquí sola si podría estar jugando lotería o comiendo en la fonda, acompañada, ahí estaría con alguien que me respeta, me admira, tolera, que me quiere, sí a mi, sí, así como soy, que me prefiere y que no ha hecho otra cosa más que dar, sólo dar, sin pedir nada acambio, me da mucho más que este cigarro que sólo me solapa el llanto, más que el DNA que sólo me distrae, más que el salmón que sólo me recuendo de dónde soy, a dónde pertenezco... que mentira, me gustaría de verdad saber a dónde pertenezco... me queda claro que a este ambiente oficinista de solitarios no, de aquí no soy, y ya me cansé de no pertenecer a nada, de vagar, de perder todo lo mío y lo ajeno, de ser una víctima más de la mercadotecnia de tener mi anillo azul platinado, de fingir, de rechazar.
Son las 3 y tengo que regresar a trabajar, regresar a la realidad, que sigue aunque no quiera, que sigue aunque enferma y sin que pueda hacer algo para evitarlo

1 comentario:

Anónimo dijo...

El corazón de un hombre es una rueda de molino que trabaja sin cesar; si nada echas a moler, corres el riesgo de que se triture a sí misma.