martes, septiembre 15, 2009

Is too late to change the time

Es Nueva York, octubre, hace frío. El hotel es más lujoso de lo que alguna vez pudo haber imaginado. Mañana comienzan los ensayos y está un poco nervioso porque cree que se darán cuenta de su poca experiencia en la actuación. Es ya noche y no puede dormir, trata de despertar sin éxito a su hermana que duerme en la otra habitación. No sabe qué hacer, quiere festejar pero sabe que su religión se lo prohibe y que no puede desvelarse antes del gran día. Prefiere asomarse a su ventana y llora de felicidad al ver la ciudad tan hermosa en la que ahora duerme lejos de casa, lejos de sus hermanos. No puede evitar sonreir al recordar con orgullo la manera en que le ganó a su padre la discusión que tuvo acerca de ir o no a cumplir su sueño. "Ahora tengo la razón" se dice una y otra vez, "este es mi momento" y seguramente lo es, seguramente está viviendo el mes más feliz de su vida, un mes de grabaciones, de aprendizaje, de efectos especiales, de música, de actuación, de disfraces. Nunca volverá a ser tan libre, en unos años dejará de ser esclavo de su padre para serlo de si mismo y vivirá aferrado a ser el mejor sin disfrutar el camino. Pasarán 30 años para que vuelva a tener esa tranquilidad, y le quedarán pocos después para disfrutarlo.
Esa madrugada ella que aún lo quiere se despierta y observa a su pequeño hermano llorando en la ventana, consternada le pregunta sus motivos y él no sabe qué contestar, está emocionado pero a la vez aterrorizado, como si esa mañana fuera la determinante, fuera en la que conocerá a su rey midas y a la vez verdugo y como si pudiera observar su futuro inevitable. Ella no sabe qué decir, lo único es consolarlo y compartir su alegría-miedo ya que independientemente de lo que suceda esa mañana, ya será demasiado tarde para cambiar el tiempo.

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