viernes, septiembre 05, 2008

De nuestro oasis valenciano en medio del desierto

Bueno, bueno, ya saben, todos exageramos, nada qué hacer, exageré, exageré, exageré... sí me la pasé en vacaciones trabajando y fines de semana y así, pero la verdad es que no todos, tuve mis escapes y mis alcoholizadas (lo siento, soy viciosa y ahora con mi clase lo entiendo todo mucho, mucho más) y una de mis escapadas fue a un maravilloso lugar en medio del desierto, oasis dicen, sí, desertísisisisimo: tolantongo.


La experiencia fue inigualable, hace años que no convivía con mi familia, así, aquella que yo pensé que había llegado a su caducidad y que revivió con lecturas cursis de fines de año y con dolorosas catástrofes, con lágrimas por motivos comunes o por conmoción inexplicable, no hay mal que por bien no venga dicen (me gustaría citar a tripas corazón pero pues es demasiado común el dicho) y uno de esos bienes fue una convivencia real, básica e irremplazable.


El lugar maravilloso, se conectaron todas aquellas preciosas melodías como mis hermanas, mis primos, el sol, la oscuridad, las grutas, la barbacoa, el rey, la fogata, la independencia y espero el inicio de una nueva era, el inicio de la nueva germán insoportable, torpe y habladora que soporte las bromas de buena gana del nuevo carlos todopoderoso y sabelotodo así como las zapeadas de la nueva ángeles fresa, ordenada y femenina y el inicio de la nueva paty conciliadora, madura, "sacrificada" como el inicio de los jorges sabios, solitarios, pensadores y ejemplares, una nueva etapa, que por terrible que parezca la herencia irrefutable; las mañas, poses, frases, vicios y costumbres, las acompañan virtudes casi extintas que sólo veo en nuestro pequeño oasis.


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