jueves, enero 24, 2008

después de la tormenta...

Sin engaños y azotes, la realidad es simple: mis amigos se sorprenden de que las hojas caigan, mi familia no comprende porqué la corteza se despega, yo aún desconozco porqué las ramas se desgarran... pero lo hacen, caen, el viento sigue fuerte, sigue destrozando aunque no quiere, sigue aunque se niegue, sigue aunque ponga ventanas, aunque cierre las puertas, sigue aunque sea enero y el otoño no aparezca.
Primero pensamos que era la tierra, ellas propusieron que más bien era el agua el que los debilitaba, según yo son los temblores que ocurren cada quince días, o las hormonas que les pongo cada mañana... pero ya me cansé de darle vueltas, de errar en las hipótesis y seguir viendo como se deshojan cada que el viento se acelera.
Conozco a estos árboles, a mi no me engañan, sé que son fuertes aunque se puedan doblar con cualquier brisa, que les gusta fracturarse y dejarse llevar por las corrientes, que disfrutan del estiramiento, que decidieron bailar un poco con este norte, pero que aunque se queden sin ramas seguirán de pie.
Por eso me los voy a llevar, lejos de aquí, lejos de la tormenta, donde haya sol y florezcan, así es como sé hacerlo, como le he hecho siempre, y me encanta descubrir las nuevos tesoros, sorprenderme con sus colores y nuevas flores.
Lo haré de nuevo, me los llevaré al silencio.

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