Dos elecciones

Seguridad electoral: me encantaría tener esa habilidad.

Será que como siempre mis complejos, mi historia, mi inocencia, mi educación, mi tuétano, mi inseguridad, mi ingenuidad, mi estupidez, mi familia, o mi inexperiencia... me detienen una vez más...¿?... no lo sé.

La realidad es que son contadas las veces en las que he elegido.

De entrada no escogí a mis luces angelitos, ni a mis restantes adultos admirados.

Tampoco elegí en un principio a los fatídicos abogados, torbellinos, exes, barts, israeles, químicos...

Tampoco elegí al kinder, ni a la familia, ni a mis colegas, ni al sol, ni a la sirena. Siempre ha sido bonito el pensar que las cosas fluyen, que el destino decide, que las personas nacen para conocerse, que si llegan son para ti.

¿Será que todas son confusas señales y ambigüas interpretaciones?
¿En realidad todo empieza con las miradas?
¿Habrán sido mis primeras actitudes las que desencaderaran su interés y posteriormente mi interés?, o ¿de plano será que nunca puedo lanzarme sin asegurarme el tener la victoria?
¿Algún día tendré la dureza o frivolidad para escoger y rechazar?

Hay veces que he elegido y no he tenido la voluntad para reclamar mi elección, me falta esa fuerza que cree poder cambiar la impresión de las personas. Fallé con el qa y con el rockstar, fallé con Ileana y Ana, y ya, he fallado poco, porque no he querido elegir.

Demasiado pequeña, lo sé, inmadura, sí, ingenua, también, pero contenta estoy de haber elegido y no fallado aunque sea tres veces:

Elegí al compañero de mis años de turbidez y triunfo, de actividad y anclaje, de disciplina y llanto, él no a mi, yo sí a él.

Elegí a mi amigo, el ausente y solitario.

Y yo también te elegí a ti, amiga del alma, hermana, mi nueva lectora.